JEGUA un caserío veredal y ribereño del San Jorge, tipifica mejor que ningún otro de la “DEPRESIÓN MOMPOSINA”, la CULTURA ANFIBIA generada por la versatilidad innata de los habitantes de veredas, caseríos y pueblos de los ríos, caños, playones y manigua de la “DEPRESIÓN”, donde campean el rigor y la dureza de un MEDIO proclive hacia lo precario que, desde siempre osciló entre la adversidad y la adaptación. Como taxativamente afirma Fals Borda: “Este pueblo anfibio, ante el impacto de los cambios históricos ha asumido un equilibrio un tanto inestable entre el trabajo y las condiciones del medio.
Uno de los mecanismos más insólitos y sugestivos pero esencial de este malabarismo de vida, es el llamado “Rebusque” término que alguna vez folclóricamente acuñó la gente riana. El “Rebusque”, otra vez con Fals Borda, “es la técnica improvisada de saber vivir y trabajar con elementos a la mano que ofrezcan los ríos, caños, ciénagas, playones y selvas” que dimensionan la vastedad y policromía del paisaje.
El “Rebusque” encuentra su réplica, su complemento, en el “Aguante”, que es un sobrevivir heroico para satisfacer las necesidades. Aunque aparentemente puedan sonar fatalistas expresiones del riano, producto del estatismo físico, la desidia o la indolencia, el “Rebusque” y el “Aguante”, muy por el contrario, como acota Fals Borda “son técnicas de supervivencia y de manejo”, modus vivendi que se ha revertido en expresión cultural del hombre anfibio.